La denominación de “euforizantes legales” esconde una realidad preocupante. En los últimos años, el aumento del consumo de las nuevas sustancias psicoactivas se ha convertido en todo un reto para las autoridades sanitarias a lo largo y ancho del mundo.
Su proliferación ha sido rápida en todos los países desarrollados. Esos efectos euforizantes, unidos a una baja percepción del riesgo que su consumo entraña, especialmente entre la población joven, han sido los principales causantes de esa “popularización”. Un consumo, y sobre todo un abuso, que ya se trata en centros especializados como Mas Ferriol.
Porque si hay algo en lo que estas sustancias no se diferencian de otras drogas es en que generan adicción, además de daños muchas veces irreparables en el organismo. Por ello, cuando se ha caído en sus garras, es importante luchar contra ellas con la ayuda de profesionales en un centro de tratamiento de adicciones.
Un problema global
Desde hace tiempo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito viene advirtiendo que uno de los peligros añadidos de estas nuevas sustancias psicoactivas es que su estatus legal varía notablemente de unos países a otros. ¿La razón? Que este tipo de sustancias no están reguladas por ninguna de las convenciones internacionales sobre control de estupefacientes.
Muchos países han adaptado sus legislaciones para controlar y perseguir la comercialización de este tipo de sustancias. En otros, en cambio, siguen inmersas en un vacío legal.
Un escenario diferente es el de países que sí han tomado medidas, pero que no incluyen en sus cambios legislativos todas las nuevas sustancias psicoactivas que se pueden considerar como tales.

¿Cuáles son las nuevas sustancias psicoactivas?
Aunque hay muchas otras, mencionaremos las que refleja el portal del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad:
- Metanfetamina: deriva de la anfetamina, pero sus efectos estimulantes son más potentes. También es más adictiva, sus efectos son más duraderos y, por supuesto, causa un mayor daño al sistema nervioso. Consumida vía oral, inhalada o inyectada, es lo que popularmente se conoce como “speed”, “cristal” o “hielo”.
- Éxtasis líquido o GHB: se consume vía oral y tiene un potente efecto desinhibidor y de euforia. Estos efectos se potencian si se mezcla con alcohol. En casos extremos puede provocar el coma.
- Ketamina: es un anestésico que en dosis elevadas actúa como un alucinógeno. De rápida tolerancia, es una sustancia muy adictiva y peligrosa que puede provocar paros cardiacos.
- Meta-clorfenilpiperazina o m-CPP: es estimulante y alucinógeno a la vez y en muchos casos se confunde con el éxtasis.
Todas estas y otras muchas que se pueden considerar nuevas sustancias psicoactivas pueden tener efectos devastadores en el organismo. Más allá de esa sensación de euforia, pueden causar una amplia serie de efectos y secuelas que van desde pérdida de consciencia a comportamientos agresivos, daños renales, coma, brotes psicóticos, accidentes cerebrovasculares e incluso la muerte por sobredosis o reacciones adversas si se han mezclado con otro tipo de sustancias.
Luchar contra el tráfico y el consumo de estas nuevas sustancias psicoactivas se ha convertido así en objetivo de muchos países. Una lucha en la que también se incide en la importancia de cambiar la percepción que de ellas tiene la juventud, porque son tan adictivas como peligrosas.